Durante la Guerra Fría, la capacidad de los miembros europeos de la OTAN para resistir un ataque del Pacto de Varsovia dependía de la velocidad y regularidad con la que pudieran llegar refuerzos de Estados Unidos y Canadá.
Y como durante la Segunda Guerra Mundial para Alemania, la Unión Soviética hizo esfuerzos significativos para tratar de cortar este salvavidas transatlántico. Para ello, la Armada soviética aplicó la misma estrategia que la Kriegsmarine del almirante Doenitz, empleando una gran flota de submarinos y bombarderos de largo alcance, destinados a hostigar y hundir los convoyes aliados en el Atlántico.
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