Resumen
Al presionar a las fuerzas estadounidenses para que respondan en Medio Oriente, ¿está Teherán participando en una trampa de Tucídides fabricada con Moscú, Beijing y quizás otros, para provocar la retirada estadounidense y el colapso del bloque occidental?
Depuis l'attaque du Hamas contre Israël du 7 octobre, les forces iraniennes, comme le Corps des gardiens de la Révolution, ou affiliées au pouvoir iranien comme les rebelles Houthis au Yémen, avaient mené plusieurs frappes ou tentatives de frappes contre les déploiements américains au Oriente Próximo.
A partir del 17 de octubre, los 19 ataques registrados contra las fuerzas estadounidenses allí dejaron una veintena de heridos, principalmente a causa de conmociones cerebrales relacionadas con las ondas de choque provocadas por la detonación de cohetes y misiles.
La inevitable respuesta estadounidense contra las fuerzas iraníes en Medio Oriente
Aunque hasta ahora se había intentado adoptar una postura relativamente distante frente a la ofensiva israelí contra Hamás, estos ataques acabaron por agotar la paciencia del Pentágono, al igual que la del presidente Biden.
De hecho, por orden suya, dos bombarderos estadounidenses atacaron, el 27 de octubre a las cuatro de la mañana, Dos sitios utilizados por la guardia revolucionaria en Siria., así como a sus grupos afiliados, y los destruyeron.
Esta respuesta estadounidense podría marcar el comienzo de un mayor compromiso de Estados Unidos en la región, en particular contra Irán, que continúa siendo un país en conflicto al mismo tiempo.
Sin embargo, es más que probable que éste fuera el objetivo perseguido por Teherán, al incrementar las provocaciones contra las bases estadounidenses, de modo que al ejecutivo estadounidense no le quedó otra opción que tomar represalias.
¿Por qué Teherán presiona a Estados Unidos para que se involucre militarmente en el conflicto?
De hecho, las reacciones recientes de los aliados tradicionales en la región de Estados Unidos, ya sean las Monarquías del Golfo, Egipto o Turquía, demuestran una tensión más que palpable dentro de la opinión pública, particularmente reactiva con respecto a las respuestas israelíes en Gaza.
Sin embargo, si el salvajismo del ataque de Hamás del 7 de octubre pretendía evidentemente provocar una respuesta exacerbada, y por tanto violenta, de Jerusalén contra Gaza, y quizás contra el Líbano, y provocar así la conflagración de la región, el deseo de involucrar a los Estados Unidos, por otro lado, parece responder a una agenda completamente diferente.
Por lo tanto, la participación de fuerzas estadounidenses en este conflicto ciertamente no beneficiaría a Hamás ni a la causa palestina. Por el contrario, podría provocar una cierta ruptura entre Washington y sus aliados regionales, sobre todo porque las relaciones con Riad, Abu Dhabi, Ankara y El Cairo están lejos de ser cálidas.
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