Según los informes, desde el comienzo del conflicto en Ucrania, las fuerzas rusas han perdido, de manera documentada, más de 1900 tanques de combate, incluidos más de 120 T-62/64, más de 1000 T-72, 460 T-80, así como 60 T-90 y más de 220 tanques no identificados por demasiado dañados. A pesar de la reanudación de la producción industrial russe, en particular en el sitio Uralvagonzavod que produciría alrededor de cincuenta vehículos blindados T-90M, T-80BVM, T-72B3M y BMP-3M cada mes, estas pérdidas han puesto a prueba severamente las capacidades de los ejércitos rusos, representando más del 65% de la flota de tanques que tenían al inicio del conflicto. Si nuevos tanques rusos como el T-90M consiguen llegar al frente cada mes, estas pérdidas han obligado a las autoridades del país a retirar 800 T-64M de las existencias para reforzar las fuerzas desplegadas en 1200 km de frente, habiendo comenzado estos blindados a ser rehabilitado después de 40 años en almacenaje. De hecho, no sorprende que el Estado Mayor ruso presente ciertas armas nuevas, que se supone que traen la promesa de una victoria inminente.
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