Francia invierte, cada año, entre 5 y 7 mil millones de euros para financiar el componente más importante de su defensa, a saber, su disuasión nuclear. Basándose en 4 submarinos de misiles balísticos de clase Triomphant, cada uno armado con 16 misiles balísticos intercontinentales M45 y M51, así como dos escuadrones de cazas Rafale armados con misiles nucleares supersónicos ASMPA, la disuasión francesa está diseñada para mantener a raya a cualquier adversario que venga a amenazar. el país o sus intereses estratégicos, incluso si él mismo está dotado de una fuerza disuasoria. En los próximos años, con el desarrollo de los nuevos submarinos de misiles balísticos nucleares de tercera generación que reemplazarán a los barcos de la clase Triomphant a partir de finales de la próxima década, el reemplazo del misil ASMPA, así como la modernización de las fuerzas de apoyo a la implementación. , se espera que el coste de la disuasión francesa aumente significativamente, hasta situarse entre los 3 y los 8 millones de euros al año en el marco de la próxima Ley de Programación Militar.
Si la disuasión francesa constituye el principal pilar de la defensa nacional así como un componente crítico de la de los países europeos aliados de Francia en el marco de la Unión Europea o la OTAN, también representa un peso presupuestario de lo más significativo, perjudicando la financiación. de otros programas en el ámbito convencional. En realidad, esto perjudica el desempeño de los ejércitos franceses, pero también la innovación y, por lo tanto, las capacidades de exportación de su industria de defensa. Al mismo tiempo, Francia, al igual que sus socios europeos en la zona euro, está sujeta al pacto de estabilidad presupuestaria y debe llevar su déficit presupuestario por debajo de la marca del 3% del PIB. En varias ocasiones en los últimos años, se han alzado voces en Francia y en otros lugares, en un intento de sacar inversiones en defensa de la cuenta del déficit público, lo que ha perjudicado a los países que están haciendo un gran esfuerzo en este ámbito en beneficio de toda la alianza, mientras que favorece a quienes invierten significativamente menos en este ámbito, y que de hecho confían en la capacidad de defensa colectiva para equilibrar su gasto público.

Pero acaba de aparecer un defecto en la intransigencia de los europeos, en particular de los países más firmes en los equilibrios presupuestarios. De hecho, tras la agresión rusa contra Ucrania, las posturas de defensa e inversión en este ámbito han sido completamente cuestionadas, incluso en el ámbito presupuestario. Así, hace dos días, la primera ministra de Estonia, la muy decidida Kaja Kallas, anunció que tenía la intención de proponer a sus socios europeos la implementación de un procedimiento de co-inversión y codesarrollo comparable al que se puso en marcha durante la crisis del Covid, financiar la producción y adquisición de municiones, en particular artillería, para reforzar rápidamente las existencias de los ejércitos europeos y apoyar de forma eficaz a los ejércitos ucranianos, que están muy tensos en este ámbito. Otros países, como Polonia pero también Italia, han implementado estrategias de inversión inspiradas en las heredadas de la crisis del Covid y apoyándose en fondos europeos para financiar la modernización de sus ejércitos. En este contexto, quizás sea relevante que Francia solicite la eliminación de las inversiones vinculadas a la disuasión nuclear del cálculo de los déficits presupuestarios en el marco del pacto de estabilidad.
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