Hace apenas unos años, bajo el vapuleo de Donald Trump y RT Erdogan, varias cancillerías europeas empezaron a dudar de la eficacia de la Alianza Atlántica, hasta el punto de que el presidente francés, en referencia a la falta de reacción de la alianza ante de las provocaciones turcas en el Mediterráneo occidental, juzgó que se encontraba en un estado de "muerte cerebral", y que los europeos, Francia y Alemania a la cabeza, se comprometieron a intentar consolidar las capacidades europeas de respuesta ante las amenazas emergentes. Cuatro años después, mientras Rusia ha reavivado una crisis de seguridad en Europa de una escala comparable a la de la Guerra Fría, la OTAN ha vuelto a convertirse en el eje de todas las políticas y estrategias de defensa comunes de los aliados en el viejo continente y ha recuperado, junto a la UE y Estados Unidos, su condición de actor principal en la respuesta occidental coordinada a la agresión rusa, en una unidad que sorprendió hasta a los más atlantistas. En este contexto, la cumbre de la OTAN, que tendrá lugar del 28 al 30 de junio en Madrid, supondrá un profundo vuelco dentro de la Alianza, ya que su secretario general, Jens Stoltenberg, ha anunciado que tratará, entre otras cosas, de la constitución de una fuerza de respuesta de 300.000 hombres para responder a la amenaza rusa.
Desde 2004, la OTAN ha tenido una fuerza de respuesta de 40.000 hombres provistos de unidades de forma rotativa por sus miembros, y designados Fuerza de Respuesta de la OTAN, o NRF. En 2014, con motivo de la cumbre de Cardiff, que también marcó el compromiso de los miembros de lograr un esfuerzo de defensa del 2 % del PIB para 2025, la NRF creó una fuerza de reacción rápida, denominada Fuerza de Tarea Conjunta de Muy Alta Preparación, que reunió al menos 5000 hombres y es probable que se movilicen en 48 a 72 horas. Sin embargo, como han demostrado numerosos ejercicios en los últimos años, la OTAN está luchando por responder a los desafíos planteados por Rusia, que es capaz de movilizar y desplegar fuerzas de 100.000 a 180.000 hombres en plazos particularmente cortos de 1 a 2 meses, muy por debajo de los 3 a 6 meses que requieren los ejércitos europeos para movilizar y desplegar fuerzas significativas en Europa del Este, por ejemplo. Es muy probable que la nueva fuerza de respuesta de 300.000 hombres anunciada por Jens Stoltenberg de cara a la cumbre de Madrid, pretenda precisamente dar respuesta a esta capacidad de movilización demostrada por los ejércitos rusos contra Ucrania en diciembre de 2021 y enero de 2022.
Tal anuncio provocará profundas conmociones en los ejércitos europeos de la OTAN, pero también en sus aliados al otro lado del Atlántico. Es probable pues que, siguiendo el ejemplo de lo hecho durante la Guerra Fría, Washington se comprometa nuevamente a preposicionar equipos pesados en Europa, de modo que sólo tenga que desplegar, en caso necesario, los hombres necesarios para su puesta en marcha por vía aérea, en plazos compatibles con los imperativos operativos. Por parte europea, muy probablemente será imprescindible iniciar un cambio en los formatos de los ejércitos, en particular de las fuerzas terrestres, así como realizar despliegues permanentes en Europa del Este, de forma que se disponga de importantes capacidades de respuesta inmediata para para disuadir a Moscú de cualquier aventurerismo, en particular en los Estados bálticos o en Escandinavia. Por último, cabe señalar que el formato de esta fuerza, 300.000 hombres, es igual al que movilizaron los ejércitos rusos durante el ejercicio Vostok 2018, el ejercicio más imponente de la posguerra fría llevado a cabo por Moscú.
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