Poco antes de su derrocamiento por Donald Trump, el secretario de Defensa Mark Esper presentó su plan "Battle Force 2045", que proponía constituir en 2045 una fuerza naval de 500 unidades, de las cuales cerca de 200 serían autónomas o con tripulación reducida, para poder cumplir el desafío que ahora plantea la Armada china. Además de las numerosas naves autónomas y el aumento del número de fragatas y submarinos, este plan también propuso Reemplazo de algunos de los súper portaaviones de clase Ford muy costosos con portaaviones ligeros, destinados a realizar operaciones más específicas para las que estarían diseñados.
El Estado Mayor de la Marina de los Estados Unidos había adoptado desde un principio una postura reservada frente al plan del secretario en La Défense, sin oponerse a él, pero sin mostrar un entusiasmo desbordante aunque este proyecto supuso un aumento muy significativo de los créditos destinados a la construcción naval en los próximos años. De hecho, los arbitrajes en los que Mark Esper había derrotado su proyecto carecían de profundidad estratégica y perspectivas tecnológicas. En otras palabras, era necesario comenzar por evaluar con precisión las consecuencias operacionales exactas de las elecciones tecnológicas tomadas antes de implementarlas.
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