Durante más de 20 años, las autoridades rusas y chinas han criticado duramente a Estados Unidos, pero también a Gran Bretaña y Francia, por el despliegue de bases militares extranjeras, ya sea en Asia o África. Sin embargo, en 2017, Beijing inauguró una importante base naval china en el pequeño estado africano de Djibouti, que ya alberga una base estadounidense y una base francesa. En cuanto a Rusia, firmó, el 6 de noviembre, un acuerdo con las autoridades sudanesas del teniente general Abdel Fattah Abdelrahman al-Burhan, para desplegar una gran base naval en la costa del Océano Índico, como anunció el primer ministro ruso Mikhail Mishustin a fines de la semana pasada.
La nueva base albergará permanentemente a 300 civiles y militares adscritos a las fuerzas armadas rusas, y tendrá la función de brindar un punto de apoyo y descanso a las unidades navales que operan en el Océano Índico, que hasta ahora debían regresar al Pacífico en Vladivostok, o en el Mediterráneo en Tartous, para poder atracar en un puerto ruso. Esta base naval obviamente contará con una importante infraestructura, ya que se anuncia que podrá recibir simultáneamente 4 buques de guerra, entre ellos los cruceros nucleares de la Armada rusa, el famoso Kirov.

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