En 1968, un gran número de países firmaron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, un acuerdo bajo la égida de las Naciones Unidas que obliga a los países signatarios a no desarrollar ni exportar tecnologías nucleares militares. Siguió una serie de crisis vinculadas al despliegue de armas nucleares tanto por parte de la Unión Soviética como de Estados Unidos en territorios aliados, generando cíclicamente severas tensiones, siendo la más representativa la Crisis de los Misiles de Cuba, cuando La Unión Soviética de Krutchev desplegó en la isla comunista del Caribe los misiles nucleares SS-4 y SS-5, provocando la intervención de las fuerzas estadounidenses, y 11 días de tensiones muy fuertes entre los dos bloques.
Sin embargo, durante las dos últimas décadas de la Guerra Fría, ambas partes se tomaron grandes libertades en el respeto del tratado, con el despliegue de misiles SS-20 soviéticos en Alemania Oriental y misiles Pershing-2 estadounidenses en La Alemania federal, que provocó la crisis de los euromisiles de 1982 a 1985, se presentó a menudo como la crisis más grave de este período. Con el colapso del bloque soviético, luego de la Unión Soviética, Rusia tuvo que retirar todas sus armas nucleares de los países de Europa del Este, luego de las repúblicas soviéticas que se habían emancipado de la URSS, para al final, encontrarse, de facto, en respetar el tratado stricto sensu.
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