Después de los fallos de los tanques rusos T80 que entraron en Grozni en 1994 durante la Primera Guerra Chechena, y el del estadounidense Abrams contra las guerrillas iraquíes, muchos expertos predijeron el próximo final del concepto de tanque de batalla, un vehículo blindado fuertemente armado y protegido destinado a atravesar las líneas enemigas tanto por su potencia de fuego como por su impacto psicológico. Según ellos, el avance registrado por las armas antitanques y los vectores que las utilizan condenan la efectividad de estos sistemas de armas, a favor de vehículos blindados mucho más móviles y medios aire-terrestres.
Evidentemente, el Estado Mayor ruso no comparte esta apreciación del futuro. Rusia no solo fue el primer país, y todavía hoy el único, en desarrollar realmente una nueva generación de tanques de batalla principales, la serie T-14 Armata, presentado oficialmente por primera vez durante el desfile de la victoria el 9 de mayo de 2015 en la Plaza Roja, y que debe entrar en servicio en las primeras unidades rusas a partir de 2021, pero el país se ha comprometido a modernizar una parte significativa de sus tanques de batalla principales T72, T80 y T90 existentes, para convertirlos en adversarios formidables en el campo de batalla. Y hoy, a pesar de sus limitaciones económicas, los ejércitos rusos todavía tienen en servicio la mayor formación de carros de combate pesados modernos, mientras que en Europa las flotas se han atrofiado hasta niveles casi simbólicos, Francia no tiene sólo 225 tanques Leclerc en servicio, Alemania 360 Leopard 2, y Gran Bretaña 160 Challenger 2.
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