El contexto económico amenaza la aplicación de la LPM

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Incluso antes de su inicio oficial, la aplicación de la LPM se ve amenazada por el contexto económico del país. Así, como parte del proyecto de ley de finanzas modificador de 2018, el gobierno decidió incluir todos los costos en el presupuesto del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Costos relacionados con operaciones externas e internas., mientras que en las leyes de programación militar 2014-2018 y 2019-2025, este resto debía financiarse mediante solidaridad interministerial.

Al final, el Ministerio de las Fuerzas Armadas habrá perdido 404 millones de euros en créditos, de los cuales 319 corresponderán a créditos del programa de equipamiento, provocando retrasos en los programas y en los pagos.

Se trata de una práctica que no es nada nueva, ya que todos los gobiernos desde el final de la Guerra Fría han recurrido a ella. Pero hoy, los ejércitos se encuentran en una situación tan tensa que la eliminación de incluso el 1% de sus créditos para equipos plantea problemas importantes, en particular porque repercute en el saldo pendiente extraordinariamente elevado del Ministerio de los Ejércitos, que supera los 50 mil millones de euros.

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Si el problema inmediato es importante, las consecuencias de tal decisión crean un precedente desastroso para la aplicación de la LPM en el futuro. En efecto, si la LPM 2019-2025 fue elogiada por ser “ambiciosa” y “disruptiva” durante su presentación, su aplicación fue, como sabíamos, más que delicada y basada en hipótesis de crecimiento que la economía francesa no parece capaz, por ejemplo. el momento, para lograrlo.

Si bien 400 millones de euros parecen tener, además, un pequeño impacto en un presupuesto de 34 mil millones de euros, lamentablemente es una señal de alerta muy dañina, y así lo perciben tanto los militares como los industriales que, ambos querían creer en la plena aplicación del LPM, dadas las inmensas dificultades que enfrentan hoy los ejércitos franceses.

Por tanto, la decepción y la pérdida de confianza generadas podrían ir mucho más allá del descontento político. Por un lado, no es a través de tales mensajes que las autoridades políticas frenarán las dificultades de reclutamiento y retención de los ejércitos, ampliamente expresadas por los jefes de estado mayor de los 3 ejércitos este año. Por otro lado, es probable que los planes de contratación industrial, que hemos visto si les prestamos atención, se revisen a la baja.

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De hecho, 319 millones de euros representan 3000 puestos de trabajo directos para la industria de Defensa, generando una burbuja económica global de 12.000 puestos de trabajo. Sabiendo que un desempleado cuesta, de media, 25.000 euros al Estado y a los interlocutores sociales cada año, hay 280 millones de euros en costes adicionales que el Estado tendrá que afrontar el próximo año, y otros tantos en materia de reducción de cotizaciones. En lugar de ahorrar 319 millones de euros, esta medida le costará al Estado 241 millones de euros.  

La decisión de eliminar la cláusula de solidaridad ministerial para la financiación de OPEX y OPINT, si bien resuelve muy temporalmente la ecuación presupuestaria del Gobierno, sólo genera aspectos negativos, sea cual sea el eje de observación. 

Ya es hora de diseñar la política de planificación y financiación del esfuerzo de Defensa sobre bases económicas y sociales y no sobre bases presupuestarias, que sólo son relevantes en las hojas de Excel que las vieron nacer.

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